Desde una modesta inversión de S/ 50, Marina Bustamante convirtió su pasión por el cuero en un imperio de moda. Renzo Costa, la marca que comenzó vendiendo cinturones a los hippies del Centro de Lima, hoy tiene presencia en Europa y sigue expandiéndose.
La historia de Renzo Costa se remonta a 1973, cuando Marina Bustamante, con solo 16 años, decidió incursionar en los negocios pese a la negativa de su padre. Inspirada por su abuelo, quien trabajaba con cuero en Jauja, compró su primera manta de cuero y empezó a fabricar cinturones.
Su primer cliente fue La Casa del Hippie, donde sus productos se vendían con éxito. Con determinación, Bustamante expandió su oferta, diseñando carteras juveniles y coloridas que encontraron un nicho en las boutiques de Miraflores.
El crecimiento fue rápido. Abrió su primera tienda en la Gran Vía, y con una estrategia de marketing innovadora—como la promoción de «una casaca por persona»—logró que su marca destacara. Sin embargo, la crisis económica y el terrorismo en los años 90 la obligaron a reinventarse, llevando sus casacas de cuero al interior del país, donde el clima frío aseguraba la demanda.
Hoy, Renzo Costa cuenta con más de 68 tiendas en Perú y ha logrado establecerse en Italia, con un punto de venta en Nápoles. A pesar de los desafíos, la empresa sigue creciendo y consolidando su presencia en el mercado internacional.
La historia de Renzo Costa es un ejemplo de perseverancia y visión. Desde la venta de correas hasta convertirse en un referente de la moda en cuero, Marina Bustamante demuestra que los sueños pueden hacerse realidad con disciplina y estrategia. Su consejo a los jóvenes es claro: aprovechar las herramientas tecnológicas, registrar sus marcas y creer en su propio talento.