La falta de consenso entre republicanos y demócratas en el Congreso de Estados Unidos ha provocado un cierre parcial del Gobierno Federal, luego de que ambas bancadas no lograran aprobar a tiempo el presupuesto que permita mantener en marcha todas las agencias gubernamentales.
El plazo límite venció a las 11:59 p.m. del 30 de septiembre, cuando concluía el año fiscal. Ni la propuesta republicana que buscaba mantener al Gobierno operativo por siete semanas ni la demócrata que priorizaba la financiación sanitaria consiguieron los votos necesarios en el Senado. Los conservadores exigen postergar la discusión sobre subsidios de Obamacare y recortes fiscales, mientras que los progresistas reclaman incluirlos en el paquete inmediato.
De momento, la suspensión solo afecta a servicios no esenciales, mientras que áreas críticas como seguridad, ejército, aeropuertos y seguridad social siguen funcionando, aunque con la incertidumbre de que sus trabajadores no recibirán su salario hasta que se resuelva el bloqueo legislativo. Lugares como los parques nacionales y museos del Smithsonian se mantendrán abiertos en áreas exteriores, pero varios monumentos y centros de visitantes permanecerán cerrados.
La gran incógnita es cuánto durará este nuevo cierre. Experiencias previas, como la del 2019 bajo la administración de Donald Trump, mostraron que el impacto puede ser significativo: desde caos en aeropuertos hasta presión social y económica que obligue a ambas partes a negociar.
El desenlace de esta crisis marcará no solo la estabilidad administrativa de EE.UU., sino también la credibilidad de su clase política frente a la ciudadanía y al mundo.
