El videojuego REBORN, desarrollado en solo 48 horas durante el Game Challenge organizado por Toulouse Lautrec, combina diversión con educación ambiental al integrar idiomas como quechua y aymara. Su objetivo principal es sensibilizar a personas de todas las edades sobre el impacto ambiental y cómo actuar en favor del planeta.
Los problemas ambientales, como el descongelamiento de nevados y las sequías, son cada vez más evidentes, lo que resalta la urgencia de iniciativas educativas como REBORN. Este videojuego, liderado por Francis Pérez, se enfoca en enseñar el proceso de la fotosíntesis mediante una dinámica interactiva en la que los jugadores cuidan un manzano. A medida que el árbol crece, el escenario, inicialmente cubierto de nubes grises y contaminación, se transforma en un entorno limpio, demostrando cómo el cuidado de las plantas contribuye a un medio ambiente saludable.
El proyecto no solo busca impactar a niños, sino también a adultos interesados en temas ambientales. Gracias al apoyo de la Embajada de Estados Unidos, el evento se descentralizó, atrayendo participantes de diversas regiones del Perú. En el caso de Francis, su equipo improvisado enfrentó desafíos creativos, pero finalmente se enfocó en crear un producto que conectara con el público en general.
REBORN fue probado en una investigación con 120 niños y está disponible en versiones en quechua, aymara e inglés, ampliando su alcance educativo. Además, el videojuego incluye elementos lúdicos, como un capibara que aparece al limpiar completamente el ambiente, añadiendo un toque entretenido al aprendizaje.
El éxito de REBORN le valió ser seleccionado a nivel mundial en el LATAM Creative Talent, iniciando un tour por Europa. Este reconocimiento internacional subraya el potencial de los videojuegos como herramientas educativas en diversos campos, desde el ambiental hasta las habilidades espaciales, como lo demuestra el próximo proyecto de Pérez inspirado en Among Us.
REBORN representa un hito en el desarrollo de videojuegos peruanos, demostrando que es posible combinar diversión, educación y conciencia social. Su enfoque inclusivo, al usar lenguas originarias y ofrecer experiencias significativas, marca un precedente para futuros proyectos educativos que trasciendan fronteras culturales y geográficas.