“¿Por qué estás aquí?”, le preguntó un sicario a Katherine, mientras su cómplice grababa un video que luego fue difundido en redes sociales. “Porque creen que yo he ‘pinchado’ (delatado) a alguien”, contestó la víctima antes de recibir cuatro tiros en la cabeza. El crimen de esta venezolana de 27 años, madre de 4 niños, ocurrió en diciembre del 2019, debajo del puente Huáscar, en El Agustino.
Dos meses después, en febrero del 2020, su compatriota Joshelyn (22) fue victimada en Los Pantanos de Villa, Chorrillos.
Los dos crímenes tenían un claro hilo conductor que encendió las alarmas en la División de Homicidios: la incursión en el mapa criminal del país de bandas extranjeras. El primer asesinato fue cometido por los ‘Bebés de Palmitos’ y el segundo por ‘El Tren de Aragua’.
Estas redes mafiosas operan en Lima metropolitana con otras organizaciones como ‘Los Malditos de Carabobo’ y ‘Los Roleros de Caracas’, dedicados a la venta de drogas y a la prostitución. También está ‘La Dinastía Alayón’ que tiene lotizadas las principales calles de Lince (Risso) y San Juan de Lurigancho.
“Están en todos los ‘mercados humanos’ de Lima y en el interior del país, explotan y extorsionan a meretrices, y quien se atreve a traicionarlos, como mensaje, los asesinan o incineran”, dice el coronel Víctor Revoredo, jefe de la División de Homicidios de la Dirincri.
Ocurrió, por ejemplo, con Jafet Torrico y Rubén Matamoros que fueron victimados por una mafia venezolana, poniendo en evidencia los niveles de violencia y crueldad que está alcanzado la venta de drogas y el proxenetismo.
Algunas mujeres que son explotadas por estas mafias, como las dos ecuatorianas del jirón Zepita, son asesinadas por no cumplir con sus reglas ni pagar los cupos que exigen.
Estas bandas criminales operan en el Cercado de Lima, Lince, San Juan de Miraflores, San Juan de Lurigancho y en todo el cono norte. “Lucran con las extranjeras y se disputan las calles”, indica el coronel Revoredo. “Tienen una guerra por mantener la supremacía y la hegemonía del negocio”, agrega.
El oficial recuerda que, en julio del 2021, Marianna Gutiérrez, de 24 años, natural de Zulia, Venezuela, fue asesinada por una banda de presuntos proxenetas en Los Olivos.
Ella se graduó de Comunicación Social en la Universidad Católica Cecilio Acosta en Maracaibo. Lamentablemente, fue víctima de una banda de trata.
En junio del 2021, a través de una denuncia de la policía colombiana, los agentes peruanos se enteraron de que la venezolana había sido captada por esta organización en la ciudad de Cartagena y traída a Lima.
Una amiga de Marianna logró escapar de la banda, pero ella no corrió con esa suerte.
Negocian con vidas
Las redes criminales entran en contacto con mujeres extranjeras vulnerables, de entre 16 y 28 años, a quienes les ofrecen, a través de internet, mejorar su calidad de vida en el Perú. Una vez en suelo peruano, son explotadas sexualmente.
Las mujeres ingresan al país burlando los controles fronterizos. De acuerdo con la Policía, las regiones con más casos de trata son Lima, Piura e Ica.
No solo deben pagar precios altos por el dinero invertido por sus empleadores en traslados, tramitación de documentos, gastos de subsistencia, alojamiento, alimentación y materiales de aseo, sino también una vez que ejercen el meretricio son obligadas a pagar cupos.
“Ahora las están matando en el Centro de Lima y tenemos que lidiar con organizaciones que han venido del extranjero, incluso han traído gente muy joven. A venezolanas, ecuatorianas y colombianas las han puesto a trabajar en las calles y las obligan a que les den todo su dinero, ni siquiera un poco”, narra Angela Villón, vocera de las trabajadoras sexuales.
“Hay una matrícula de 900 soles para trabajar ahí y pagan 300 soles semanales en el centro de Lima. Estuvieron pagando 30 soles diarios, pero ahora están pidiendo un cupo de 300 soles semanales. A ellos no les interesa si no generas ingresos, igual tienes que pagar”, agregó.
Trabajo de inteligencia
La República tuvo acceso a un documento reservado en el que inteligencia de la Policía advierte sobre el arribo de estas bandas extranjeras con tres objetivos criminales: copar puntos de expendio de droga, manejar trata de personas dentro del negocio de la prostitución y perseguir a sus archienemigos.
“Hay que tener paciencia hasta que se nos permita acopiar la mayor cantidad de pruebas contra estas personas. En términos de investigación, estamos trabajando sobre ellas”, dijo un oficial de la PNP.