Un derrame de petróleo de gran magnitud ha golpeado al noroeste de Ecuador, afectando severamente a las comunidades locales y ecosistemas en la provincia de Esmeraldas. La emergencia ambiental fue declarada luego de que un deslizamiento de tierra perforara un oleoducto, provocando el vertido de 200 000 barriles de crudo en ríos y zonas costeras.
El desastre ha contaminado más de 80 kilómetros de cuerpos de agua, poniendo en riesgo el suministro de agua potable para más de 50 000 hogares. Las autoridades han restringido el acceso al agua para evitar problemas de salud, mientras que los residentes ya reportan afecciones respiratorias y fiebre, especialmente en niños pequeños.
El impacto económico es devastador. La pesca, fuente principal de ingresos para muchos habitantes, ha sido paralizada, dejando a pescadores y comerciantes en una situación crítica. Además, el derrame ha obligado al cierre de varias playas de Esmeraldas, golpeando duramente al sector turístico, una actividad clave para la economía local.
Este desastre pone en evidencia la vulnerabilidad de las infraestructuras petroleras ante fenómenos naturales y la urgente necesidad de implementar medidas de prevención y respuesta más eficientes. Mientras el gobierno y las comunidades intentan contener la crisis, la preocupación por el daño ambiental y humano sigue creciendo.