El expresidente Evo Morales no podrá participar en las elecciones generales del 17 de agosto en Bolivia, luego de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) informara que su candidatura no fue inscrita debido a que el partido por el cual intentó postularse no tiene personalidad jurídica vigente.
Morales, quien gobernó Bolivia entre 2006 y 2019, impulsaba su postulación a través de una nueva agrupación llamada Evo Pueblo. Al no contar con reconocimiento oficial, intentó inscribirse mediante el Partido de Acción Nacional Boliviano (Pan-Bol), pero este fue inhabilitado hace dos semanas, lo que impidió formalizar su candidatura. El periodo de inscripción cerró el 19 de mayo y solo diez organizaciones políticas lograron registrar candidatos válidamente ante el TSE.
El secretario de Cámara del TSE, Fernando Arteaga, confirmó que Morales no presentó una postulación válida. “Evo Pueblo no cuenta con personalidad jurídica vigente y Pan-Bol está cancelado, por lo tanto, no pueden registrar candidatos”, declaró.
Sin embargo, Morales defendió que su organización cumplió con los requisitos y plazos mediante el sistema digital del TSE. Sus seguidores, en respuesta, han anunciado protestas y movilizaciones, en una advertencia que podría generar tensión social en las próximas semanas.
El escenario político boliviano se muestra dividido. El oficialismo está fragmentado entre quienes respaldan al presidente Luis Arce, quienes siguen fieles a Evo Morales, y un tercer grupo que apoya al presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, quien era considerado el sucesor natural de Morales pero ahora se presenta como candidato por separado.
Pese a que el Tribunal Constitucional reafirmó que la reelección solo es válida una vez de manera continua, Morales insiste en postular. La tensión aumenta mientras el Movimiento al Socialismo (MAS), ahora liderado por Arce, inscribió su candidatura con Eduardo del Castillo y Milán Berna, tras anunciar que el actual mandatario no buscará la reelección.
La exclusión de Morales de la contienda presidencial reconfigura el panorama político en Bolivia y anticipa una etapa marcada por la polarización y posibles conflictos sociales. El país se enfrenta al desafío de encarar un proceso electoral con instituciones divididas y con su figura política más influyente fuera de carrera.