Japón pronto comenzará a liberar agua radiactiva tratada en el océano tras la aprobación del organismo de control nuclear de las Naciones Unidas para un plan controvertido que llega 12 años después de la fusión nuclear de Fukushima.
El plan para liberar las aguas residuales lleva años gestándose, y el ministro de Medio Ambiente declaró en 2019 que «no había otras opciones» a medida que se agota el espacio para contener el material contaminado.
Pero la aprobación de la ONU no ha servido para tranquilizar a los residentes de los países vecinos y a los pescadores locales, que aún sienten el impacto de la catástrofe de 2011.
Algunos han puesto en duda las conclusiones del IAEA, y China afirmó recientemente que la evaluación del grupo «no es una prueba de la legalidad y legitimidad» del vertido de aguas residuales de Fukushima.
¿Por qué lo hacen?
El devastador terremoto y tsunami de 2011 dañaron los sistemas de suministro eléctrico y refrigeración de la central nuclear de Fukushima, provocando el sobrecalentamiento de los núcleos de los reactores y la contaminación del agua de la central con material altamente radiactivo.
Desde entonces, se ha bombeado agua nueva para enfriar los restos de combustible de los reactores. Al mismo tiempo, se han filtrado aguas subterráneas y pluviales, creando más aguas residuales radiactivas que ahora hay que almacenar y tratar.
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