El presidente de EE. UU., Donald Trump, tomará una decisión en las próximas dos semanas sobre si su país participará en ataques militares contra Irán o priorizará un enfoque diplomático, mientras las tensiones en Medio Oriente continúan escalando.
En un contexto de creciente tensión, con Israel intensificando sus operaciones contra las instalaciones nucleares iraníes, el presidente Trump se encuentra evaluando sus opciones. Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, indicó que Trump tomará su decisión en las próximas dos semanas, considerando una posible negociación diplomática con Irán. Aunque Trump ha mantenido una postura beligerante, exigiendo la «rendición incondicional» de Irán, también ha dejado abierta la puerta a las negociaciones. Mientras tanto, fuentes revelan que EE.UU. ha aprobado planes preliminares para unirse a la campaña aérea israelí contra Irán, centrada en la instalación nuclear de Fordo. Sin embargo, el presidente ha desmentido estos rumores.
Las consecuencias de una intervención militar serían graves, con Irán advirtiendo que todas las bases estadounidenses en Oriente Medio podrían ser objetivos de represalias, lo que podría generar más conflictos y riesgos para las tropas de EE. UU.
La situación es crítica, y la decisión de Trump podría definir no solo las relaciones de EE. UU. con Irán, sino también el futuro de la estabilidad en Medio Oriente. Las consecuencias de un conflicto son inciertas, pero la diplomacia parece ser la mejor opción para evitar una escalada mayor.
Fordo: el objetivo estratégico en el centro del debate
La instalación nuclear de Fordo, enterrada a gran profundidad, es el principal objetivo militar considerado por Trump. Como ha destacado la prensa internacional, solo Estados Unidos posee la bomba GBU-57, capaz de penetrar búnkeres subterráneos, necesaria para dañar esta planta.
Sin embargo, funcionarios del Pentágono, citados por The Guardian, expresaron dudas sobre su eficacia, sugiriendo que solo un arma nuclear táctica –una opción descartada por Trump– podría destruir completamente la instalación.
Rafael Grossi, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), ha destacado la dificultad de atacar Fordo. “He estado allí, está a media milla bajo tierra”, dijo, según cita The Post.
Un ataque exitoso podría retrasar el programa nuclear iraní entre seis meses y un año, pero no lo eliminaría por completo, según el mayor general retirado estadounidense Randy Manner, reporta The Guardian.
Además, en el The New York Times (NYT) se advierten de riesgos a largo plazo. David E. Sanger, periodista especializado del diario neoyorkino, señala que un ataque a Fordo, aunque técnicamente viable con bombas “rompebúnkeres” GBU-57 lanzadas desde bombarderos B-2, podría no destruir completamente el programa nuclear iraní.
“No puedo pensar en un solo caso en que el poder aéreo por sí solo fuera suficiente para poner fin a un programa”, dice al respecto Gary Samore, excoordinador de armas de destrucción masiva de la administración Obama, según una declaración citara por NYT.
Un ataque fallido podría desencadenar un ciclo de escalada, con Irán respondiendo mediante misiles, ataques cibernéticos o acciones de milicias aliadas como Kataib Hezbollah, que ya ha amenazado con atacar intereses estadounidenses en la región, se señala en The Post.