La relación entre Donald Trump y Elon Musk, que durante años pareció sólida, ha llegado a un punto de quiebre con una confrontación pública sin precedentes. Las críticas del magnate al plan fiscal impulsado por el presidente de EE.UU. encendieron la mecha de un conflicto que ahora incluye amenazas de anulación de contratos gubernamentales, desmentidos públicos, e incluso acusaciones vinculadas al caso Jeffrey Epstein.
Todo comenzó cuando Trump expresó su decepción por los comentarios de Musk, quien tildó de «abominación repugnante» al nuevo paquete fiscal aprobado en la Cámara Baja. Trump aseguró que Musk conocía a fondo el proyecto durante su gestión como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), lo que fue negado tajantemente por el empresario a través de su cuenta en X.
En respuesta, Trump amenazó con cancelar los contratos millonarios que empresas de Musk mantienen con el Estado, entre ellos uno de 5.900 millones de dólares con la Fuerza Espacial y otro de 2.890 millones con la NASA. Musk se adelantó al golpe y anunció el desmantelamiento de su aeronave Dragon, crucial para el transporte a la Estación Espacial Internacional.
El enfrentamiento escaló rápidamente en redes sociales. Musk acusó a Trump de «ingrato» y recordó que donó 250 millones de dólares a su campaña presidencial en 2024, asegurando que sin su apoyo, Trump no habría llegado al poder. También negó que su salida de la Casa Blanca tuviera que ver con la eliminación del crédito fiscal para autos eléctricos, acusando a Trump de manipular la narrativa.
Pero el golpe más fuerte vino después: Musk insinuó que Trump aparece en los archivos del pedófilo Jeffrey Epstein, cuya publicación ha sido frenada por el gobierno, según él, para proteger al presidente. Esta afirmación fue respaldada por una encuesta que él mismo lanzó y donde planteó crear un nuevo partido político, idea que recibió un respaldo masivo de sus seguidores.
El conflicto entre ambos líderes, que alguna vez intercambiaban elogios, marca un punto de inflexión en la política y el poder empresarial estadounidense. La tensión podría alterar el equilibrio de alianzas de cara a los próximos comicios, y plantea preguntas sobre el rol de los empresarios en la política y la ética de quienes manejan información privilegiada y recursos del Estado.