Por: Abraham Fudrini

La Política nace entre el último tercio del siglo XV y el primer tercio del siglo XVI, fue Nicolás Maquiavelo (1469-1527) quien creó esta esfera de la Política Moderna, razón por la cual se le reconoce como el Padre de la Política.

Este genial pensador político tuvo desde niño una formación académica fuera de lo común, sus padres eran personas cultas y él heredó la enorme vocación por la lectura y los conocimientos.

Desde mi punto de vista este gigante de la ciencia de la política, solo aconsejaba lo que conocía por medio de sus lecturas e informaciones sobre los reyes, príncipes, nobles y los gobiernos; así cuenta o narra lo que hacían en situaciones que luchaban por tener, mantener o expandir el Estado. Por esta razón él dio requisitos para ser un buen Príncipe o Gobernante. Audaz, aventurero, valiente, renacentista, intrépido y otras características que evidentemente hoy están muy lejos de ser los requisitos para ser un buen Presidente o Gobernante.

Para Nicolás Maquiavelo la Política no era recomendable para quienes tienen una familia bien constituida, un matrimonio religioso, con hijos educados en la misma fe. Es lógico porque él al crear la Política, lo hace desarraigándola de la Ética y de la Filosofía Moral. Para este genial pensador no hay hombre bueno y hombre malo como en la ética, para el Padre de la Política todo hombre es bueno y malo a la vez. Este es un principio de esta nueva ciencia que nace con él.

Nicolás Maquiavelo nunca escribió: “El fin justifica los medios”, sin embargo no se puede negar que ese era el espíritu de su pensamiento. Esto ha dado origen a que la ignorancia en política prejuzgue a este genial pensador sin haber leído su obra fundamental: El Príncipe.

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Para que se conozca bien su pensamiento, es necesario que se sepa que él concebía al Estado como el instrumento irremplazable para conquistar, mantener o expandir un territorio. En síntesis el Estado le brindaba al pueblo seguridad y bienestar, por esto no es casual que Nicolás Maquiavelo señalara que el príncipe o gobernante, cuando trabaja o lucha por el bien del Estado, puede mentir, intrigar, faltar a la verdad y hasta matar, si lo hace por el objetivo determinante de defender o fortalecer el Estado.

La Política nace “sucia” y el Estado desarrolla una costra burocrática inmoral y corrupta, no hay buenos y malos, todos somos buenos y malos a la vez.

Sin embargo la Política no comenzó y terminó con Nicolás Maquiavelo, continuó desarrollándose con otros pensadores y teóricos que profundizan sobre el origen del Estado y los gobiernos. Los principales son los contractualistas Thomas Hobbes, John Locke (Padre del Liberalismo Político) y Jean Jaques Rousseau. Vivimos hoy el siglo XXI y la ciencia de la política no se detuvo, surgieron nuevos grandes filósofos y teóricos del Estado: John Rawls, Hans Kelsen, Norberto Bobbio y otros más actuales.

John Locke y Jean Jaques Rousseau coincidieron en el hecho que la democracia liberal debe contar imprescindiblemente con la participación del pueblo para que pueda funcionar bien. Hoy en Perú y los países de América Latina, que tienen democracias liberales indirectas, participar es solo ir a votar y punto. Esta es la razón que me llevó a pensar que nuestras democracias, sin real participación del pueblo, eran muy débiles y posibilitaban a sus enemigos disfrazados de demócratas, tomar el Estado vía procesos electorales con apoyo de la corrupta, a veces muy temerosa, burocracia del Estado.

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Así el Estado fue visto por los políticos como un enorme botín que enriqueció a unos, adineró a otros o sirvió para las necesidades básicas de vivienda, automóvil, educación para sus hijos, etc. La ideología y los valores fueron pasando a un segundo o tercer plano, solo servía para transformarla en chabacana demagogia que cubría los pecados, inmoralidades y corrupciones al interior de los antiguos partidos. Así se fueron corrompiendo durante décadas los titulares del Estado y el partido gobernante, en ese momento del PAP, porque se trató de un momento (2005-2012) durante el que hubo más dinero que nunca en la economía y la nueva burocracia politizada fue proclive.

Los políticos de todos los niveles de los partidos ganadores, especialmente entre 2005 y 2012, se beneficiaron o aprovecharon; probablemente haya sido masiva la corrupción, pero no enriqueció igual: gran parte los gobernantes de los poderes del Estado se beneficiaron a lo grande, la burocracia media tuvo beneficios, los trabajadores de abajo igual (con “muchos” o “pocos” soles). Hoy hay más políticos apristas que tienen una vida modesta, austera, para poder vivir en familia y existen los pocos enriquecidos que hoy quieren todo, no les importa la manera, sea proponiendo como futuro presidente al hijo del dos veces ex presidente de Perú, sea pegándose a personajes populares principalmente de la televisión, esperando que todo siga igual, que nada cambie para asegurar sus candidaturas por el PAP, etc. Así todo continúa peor, sin embargo la riqueza, la actualidad del pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre se mantiene y podría, si continúa la crisis y fracasos del PAP, originar nacimientos de uno o más partidos apristas, unidos por el pensamiento de VRHT que sería también el cemento que uniría sus estructuras menos enrevesadas por el tiempo que el actual PAP.

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Pero no es justo sino vil que los grandes ladrones o coimeros de la política, pasada y presente, quieran tapar la boca a todos los que hubieran participado, la mayoría informalmente, en corrupción. Son los sinvergüenzas políticos coimeros grandes quienes dicen: “- Juanito cree que no es corrupto porque coimeó poquito”, este eslogan de los grandes corruptos lo que pretende es involucrar a la gran mayoría de políticos en el tema de la corrupción (la gran mayoría pobre, trabajadora de la burocracia), de esta sinuosa manera se defienden los tiburones grandes de la política corrupta.

También es correcto considerar que si la organización política tiene décadas de vida, se habrían ya tejido las más increíbles relaciones en la cúpula, entre cuyos miembros se buscan favores, acuerdos, beneficios para ellos, sus familiares, amigos, etc. que, por alcanzarlos, algunas veces hacen caer a las personas en el terreno de la inmoralidad que solo produce hipocresía en la vida cotidiana política y social.