En pleno siglo XXI, compartimos, en el imaginario colectivo, diferentes ideas sobre las brujas

¿De dónde viene nuestra imagen actual de las brujas y de la brujería?

La más habitual y común, la más tradicional, es la que la identifica como una mujer vieja, sola y desastrada, capaz de hacer ponzoñas. Esta mujer puede, incluso, llegar a matar a sus vecinos, y especialmente a niños, sobre todo indefensos recién nacidos.

Además, tiene poderes mágicos: provoca tormentas, se transforma en diferentes animales e incluso puede volar, bien sobre una bestia, bien sobre una escoba, después de embadurnarse de un ungüento de composición desconocida, pero cuya receta seguro que contiene sapo. Volando, se dirige al aquelarre, al lugar de reunión con otros brujos y brujas, en donde se reniega del Dios cristiano y se adora al demonio.

Junto a esta visión clásica de la bruja, hay otras. Entre estas, aquella que la ha convertido en un icono identitario: una mujer sabia, conocedora de los secretos de la naturaleza, curandera experimentada, heredera de una vieja secta relacionada con los ritos de fertilidad considerados paganos y, por esa razón, perseguida y reprimida por las autoridades eclesiásticas y civiles. De esta forma, desde esta perspectiva, la bruja ha pasado de ser un personaje temible, cuando no terrorífico, a un símbolo de rebeldía y de resistencia.

Ahora bien, estas dos maneras de representar a la bruja, alimentadas por el cine, tienen un fundamento que responde a momentos históricos concretos y a circunstancias y épocas culturales diferentes.

¿Realidad o leyenda?

Ciertamente la caza de brujas fue una triste realidad en Europa. Pero no hay que olvidar que la bruja bien se vea como una mujer terrible causante de todo tipo de males, como símbolo de la superstición o como heroína rebelde, fue, sobre todo, fruto de la necesidad de dar respuestas una población angustiada ante sucesos inexplicables.

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Esta exigencia se vio enriquecida por la imaginación de inquisidores, jueces y escritores y, a veces, por la de historiadores y antropólogos, adaptada en cada época a los intereses y preocupaciones de determinada élites o grupos ideológicos y a las modas y gustos de una población siempre atraída por lo mágico y lo misterioso.

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(RPP)